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Cómo elegir a los profesionales sanitarios adecuados

Daría lo que fuera por dar marcha atrás en el tiempo y tomar algunas decisiones distintas. ¿Por qué? Porque nadie me dijo que yo era la protagonista de mi viaje por el cáncer de mama, de que podía cuestionar a mis médicos y cuestionar el viaje que iba a emprender. Sé que he estado en manos expertas y estaba segura de que recibía la mejor atención posible. Sin embargo, ahora que he dejado atrás el cáncer de mama, puedo contemplar mi experiencia desde el otro lado, desde una perspectiva y un prisma diferentes.

Te recuerdo cómo fue mi experiencia en cifras: aproximadamente 15 intervenciones (la mayoría me afectaron profundamente a nivel físico y mental), 6 sesiones de terapia celular, 30 sesiones de radioterapia, 5 años de tratamiento hormonal, aproximadamente 270 citas, miles de euros de gastos imprevistos, 3000 km en desplazamientos entre centros y tratamientos, 9 tecnologías médicas distintas, en 8 centros diferentes. También tengo dudas acerca del hecho de que no se detectara mi cáncer. Fui al primer centro que encontré en Google, de lo cual me arrepiento profundamente. No voy a acusar a una tecnología o a un centro, en vez de eso me voy a centrar en la experiencia de las pacientes, en lo que nos merecemos como mujeres, como hombres y como pacientes, y en lo que podemos buscar si tenemos la opción.

Dependiendo de dónde vivas, es posible que no tengas elección, que el sistema sanitario esté configurado y organizado de tal modo que no puedas elegir, a menos que pagues bastante más dinero. O quizá sí puedas elegir entre un tratamiento público o privado, dónde recibirlo y con quién. Incluso puedes buscar una determinada máquina o tecnología de la que has oído hablar porque ofrece una experiencia estupenda para las pacientes.

Como no somos expertas en tecnología, tendemos a hacer lo que hice yo, buscar en Google y listo. O, según indican las estadísticas, ir al centro médico más cercano.

Pero quiero deciros a todas que, si tenéis la opción, lo mejor es comparar las tecnologías, los centros, leer comentarios sobre los médicos, etc. Puedes convertirte en una «consumidora», si se me permite expresarlo así, de pruebas de diagnóstico por la imagen.

Por ejemplo, cuando acudes a una cita de ginecología, te asegurase de elegir un especialista que tenga reputación de ser amable y limpio. Lo mismo ocurre con cualquier otra prueba, como una mamografía, ¿por qué no fijarnos algunas expectativas también aquí?

Las mujeres no se dan cuenta de la importancia que tienen las mamografías, o se dan cuenta demasiado tarde. Una vez que deciden hacérsela, puede que hagan lo que hice yo, buscar en Google y elegir a cualquiera de la lista. Si tus resultados son buenos y no tienes cáncer, no te importa, tu mamografía ha sido un acontecimiento aislado que olvidas al día siguiente.

Sin embargo, si tus resultados son negativos, lo cual significa que te han detectado un cáncer de mama, es posible que te arrepientas de tu elección. Es una reacción natural, empezamos a buscar los motivos de nuestro cáncer.

Por eso quiero ayudarte a despejar algunas dudas.

Tecnología y calidad de imagen: Revisa todas las opciones de antemano y compáralas. Pregunta a tus amigos y familiares, busca en internet cuál es la mejor. Quizá pienses que todas son iguales, pero eso solo es así hasta cierto punto.

Hay algunos elementos clave de diferenciación, tales como:

  • Comodidad durante la exploración y tecnología: busca lo que esté «hecho por mujeres, para mujeres» y averigua dónde ofrecen compresión mamaria bajo la supervisión de un técnico. ¡Puedes tomar el control!
  • Acogida: ¿sentiste que te facilitaron la cita, quizá enviándote un mensaje para confirmar que la prueba seguía en pie? Puede que te avisen si se produce cualquier retraso y darte indicaciones para llegar (planta, señalización), e incluso enviarte material educativo, ahora que tenemos que tomar precauciones debido a la COVID-19.
  • Tiempo de espera: ¿te atienden bien durante la espera? Puede que te ofrezcan un entorno estimulante para tus sentidos, con herramientas o vídeos educativos o revistas actuales. Averigua si te entregan los resultados el mismo día. Puede que la clínica o la unidad tenga un gimnasio que puedas utilizar para entrenar mientras esperas. Si padeces una enfermedad, averigua si hay un espacio o una comunidad de atención, voluntarios comprensivos con los que charlar y que te puedan ayudar a aplacar tus miedos y responder a tus preguntas.
  • Empatía: afecto y respeto del personal sanitario con respecto a la experiencia de la paciente, es decir, si el personal te ve como una mujer, un hombre, no como una enfermedad dentro de un flujo operativo.

Las diferencias se detectan fácilmente en las conversaciones que tienes con los técnicos, por cómo se dirigen a ti, cómo te demuestran que saben quién eres y en qué etapa de tu viaje te encuentras, cómo te colocan en la máquina, explicándote por qué y cómo te van a hacer la prueba.

  • Herramientas y contenidos educativos e informativos: el viaje por la salud mamaria empieza antes y después de la prueba; averigua si en el centro incorporan este aspecto en su experiencia para las pacientes, cómo nos equipan para afrontar nuestro viaje y cómo nos comunican todo lo que necesitamos saber.
  • Logística: ¿cómo evitan que tengas una experiencia como la mía? Menos pasos, menos máquinas, menos interlocutores, todo más centralizado en el mismo lugar, diagnóstico en una sola consulta, si tuvieras que someterte a todas las pruebas, como mamografía, biopsia, mamografía con contraste y, después, quizá tratamientos, etc.

Lo que quiero decir es que, si tienes la opción, debes dedicar un tiempo a averiguar cómo es la experiencia de mamografía que ofrecen a sus pacientes.

Necesitarás lo mejor desde el principio, como un puerto seguro. Es esencial para cualquier etapa en la que te encuentres, ya se trate del cribado, del diagnóstico o de la fase posterior a la cirugía. Además, cuando estés en remisión, seguirás necesitando un seguimiento periódico, así que…

Cerciórate de que eliges lo mejor, porque lo necesitarás y porque lo mereces.

¡Sois todas unas heroínas!

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